domingo, 13 de febrero de 2011

Feliz Santa Apolonia

Hoy a las 2.45 de la mañana un grano asomó en mi rostro. Mientras la música me restaba claridad a lo que me decían, me percaté de que las lámparas y los cuadros de la pared no iban a juego.
También entre aquel silencio, creado por ruido, había un montón de personas.

Gente con intereses muy parecidos, vidas similares, de calidad dispar.
Unos hablaban, otros cantaban, otros se limitaban a disimular que prestaban atención a las señales de los de alrededor.
Y yo sin tener ningún tipo de interés en todo lo que allí sucedía me limitaba a pensar en las lámparas, en contar mesas, en contar copas de balón.

Y allí estaba mi grano, nadie le había invitado, pero allí estaba él. Intentando sobresalir, a pesar de que a mi no me daba la gana de hacerlo.



Medito, sentada en mi mal aprovechada cama; y mientras, mi corpúsculo de pus hablándome, torturándome, transmitiendome la mala opinión que tiene sobre mi. Por él la noche habría continuado, el alcohol seguiría aumentando en sangre, las neuronas perderían protagonismo. Tal vez incluso mi grado de inconformismo con la situación sería menor. Mi incomodidad con el momento ya ni existiría y alguien me estaría metiendo mano disimuladamente; pero aquí estoy ahora, sentada sobre mi mal aprovechada cama.


Bola de pus, se que tu no sientes lo mismo, pero de entre todos los comensales, yo te elijo a ti.

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