lunes, 24 de enero de 2011

Autocanivalismo

Somos máquinas de sentimientos.

Estos saltan nuestras barreras físicas a través de una frase con énfasis, una mirada de odio, una caricia en tu pelo, o cuando el corazón late tan rápido que es audible al otro lado de la cama.
Por supuesto que no todos los fabricamos de la misma manera, al igual que todos tenemos nuestra forma de procesar los que nos llegan del exterior.

A veces nos sentimos como "muertos" porque durante épocas relativamente largas nada nos motiva lo suficiente como para poner nuestros mecanismos a tope, o simplemente no presentamos heterogeneidad, somos aburridos, predecibles.

Otras sin más nos activan como locomotoras deseosas de viajar por caminos trepidantes y deliciosos.

Nos activamos cuando menos lo deseamos. Llegas a tal punto de activación que no puedes pararlo.
Tu parte racional está ahí como una loca gritándote, intentando detenerte, poniéndote freno, advirtiéndote de los anteriores choques en viajes pasados...; pero tu fábrica está tan a tope que es ciega y sorda, no atiende a razones.

Tu y yo juntos, dos bombas atómicas. Explosivas, impredecibles, vitales, calientes, tu mirada, tu boca, mi cadera, tu oreja, mi frente, tu pelo, mi lengua.

Para ti, la vida durante un segundo y yo muerta para la eternidad.

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