sábado, 18 de junio de 2011

Wasted hours, aren't they?

Fábrica de tardes de correr las cortinas y reforzar la pared. Pantalones de pijama y ventanas cerradas, placer masoquista.
Apretar bien las ideas, y una vez espachurradas, intentar hacerlas minucias para ver si se convierten en polvo (a veces funciona y se acumula debajo de la cama en forma de pelusas gigantes) Pero hoy la receta ha fallado.
 ¡zas!!boom!
 Todo sale y ahí está: El caos (de)mental, pero esta vez delante de las narices, absolutamente esparcido por el bochorno de la habitación.

Huele a miedo, a pánico que se transformó en ironía, a tripas sueltas por la angustia.
Chocolate, Rosenvinge, cine Francés; calmantes temporales, pero mientras duran hacen olvidar.

La cacofonía por definición, la pareja de moda: La razón y la irrazón.

Bienvenidos al mundo de la tranquilidad, actuad a vuestro antojo para construir, romper, caer, morir, y al final gloria bendita, siempre vivir.

El final siempre feliz, pero lo del medio, ¿Por qué el maldito medio? Ojalá el medio, que es el miedo se pudiese saltar, se pudiese dormir, pudiese ser  bebido, eludido, comido.

Y la angustia que sube por el esófago ahí sigue, nadie ha fabricado la salida de socorro para ella, que además está ciega.
 La rabia del engaño, el fuego del ácido provocado por tu mala fe que me sonríe desde tus ojos para decirme amablemente que la loca soy yo y que nuestro amor es perfecto.